traición

El castigo tras cada manifestación forma parte del proceso de normalización. Es lo que se espera, se cumple la expectativa. Desaparece la excepcionalidad. Mientras se venda cada pequeño roce, que en realidad anula la escalada, como una guerra, se le hace el juego al poder.

Hoy, la dialéctica de guerra, nos hace controlables. Normalizables. En breve, el desencanto y el olvido. Operamos y hablamos según las reglas. Reglas no-universales. Son sus-reglas-para-nosotros. Y esas son las que hay que romper. ¿Dónde está esa ruptura? No hay escalada en este enfrentamiento. Y tiene que haberla, y tenemos que controlarla. Sin ella, no hay cambio posible. ¿Podemos provocarla? ¿Podemos soportarla? ¿Podemos orientarla? Ante ellos, como ellos. A su espalda, como nosotros. Lo estaremos haciendo bien cuando nos llamen traidores porque les hayamos traicionado.